sábado, 20 de agosto de 2016

"Quiero fundirme en tu fuego, como si fuese de cera."

Y aquí me hallo, gritándole al silencio una vez más que necesito tu presencia.
Hoy, a día 20 de agosto, me encuentro sola en una habitación.
Que ya no estás tu para recorrer aquel eterno pasillo donde antaño le atravesabamos en un suspiro.
Arrancándonos las prendas a su paso,
despojandonos de ellas ansiosos,
el único obstáculo a la vista que separaba nuestras pieles.
Como si nuestro instinto animal estuviera aporreando desesperádamente la puerta porque se siente hambriento,
que quiere devorarnos,
queremos devorarnos.
Y perdernos en nuestro paraíso particular,
haciendo un breve inciso en la necesidad de fundirnos,
de perdernos...
Mientras en el suelo yacen mi tanga empapada fruto del desenfreno,
del calentón,
quienes tus manos son las culpables de que en ocasiones pierda la razón.
Que compleja es esta paradoja entre el sexo y el amor.
Tócame,
aunque sea en lo más bajo de mi ser.
Muérdeme,
sólo tu sabes como hacerme perder.
Innundame,
de deseos que arden a quemarropa.
Tus manos que recorren mi cuerpo.
Yo ya no se si estoy en lo más alto, el clímax.
La felicidad que todos ansiamos se encuentra no muy lejos de unos cuantos orgasmos.
Que ya ni siquiera soy consciente de si he de enroscarme en tu cintura o estar encima de tu cuerpo.
Se me nubla la mente.
Tengo ganas de ti,
fóllame,
no tenemos todo el tiempo que quisiéramos.
Se me marchitan las manos si no siento el roce de tu cuerpo,
tu piel sobre la mía.
Estoy a punto de arder,
quemémonos juntos.
Quiero gritar de placer,
enloquecerme.
Nombrando innumerables veces ese "dios" del que ninguno tenemos fe.
Gimiendo,
mostrando la parte más salvaje de nosotros mismos.
Ya no logro discernir entre la realidad y esa tórrida fantasía que se apodera de mi.

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