viernes, 23 de enero de 2015

¿Y quién necesita la risa del infeliz?

Tengo miedo a la luz tenue que asoma entre las persianas cada mañana.
A la luz de las farolas a las dos de la madrugada.
A los gritos ahogados,
a los llantos desmesurados.
Odio las mentiras,
pero sobretodo a los mentirosos.
A los tontos que hacen tonterías,
y a los falsos que se hacen llamar amigos.
A los besos de los enamorados,
las risas de los infelices,
a la inocencia del inocente
y a las lágrimas saladas derramadas entre dientes.

miércoles, 14 de enero de 2015

Cada final tiene una nueva historia

En la vida cada final tiene una nueva historia
Y me siento nerviosa o impaciente por empezar algo nuevo tras haber cerrado aquel invisible cajón dentro de mi cabeza.
Se que después de tantos recuerdos nada quedara en pasado, nada, absolutamente nada. Estoy segura de que en pocos instantes otro recuerdo volverá a rebotar mi cabeza hasta que me duela, hasta que parezca que una lágrima se asoma, pero esta vez no sera así, no tras tantos esfuerzos por olvidar e intentos para que esto no quede en vano.
Pero aun así, aunque el final se haya ido como una humeante vela tras haberla apagado aquel olor a quemado flota en el aire y nuestras fosas nasales lo perciben con suavidad, así es como te recuerdo, fuego que ardía en mi interior, en mi corazón, te abrí puertas a las que siempre puse pestillo.
Y aunque hayamos prometido que no volveríamos a hacerlo, aunque cerremos ese cajón y borremos todo lo que conlleva con ello, siempre quedaran los recuerdos, la cicatriz interna que deja huella para siempre.

sábado, 10 de enero de 2015

A los que son grandes y se sienten pequeños

No podía ser posible
Que todo ese dolor estuviera encerrado en una sola persona.
Que la negaran su libertad cuando más la necesitara. Que no la cogieran de la mano cuando más necesitaba aferrarse a alguien.
Y todo a su alrededor dejaba de tener sentido, de perder el color si nadie nunca la acababa haciendo caso o fingiendo que la importaban cuando en realidad mentían. Y cuando uno mas necesita a alguien le suele fallar. Cuando necesitaba que la dijeran que la quería se cerraba en banda a pronunciar esas dos palabras, él, el único que le podía devolver la sonrisa en un día de tormenta.
Y parecía mentira que alguien como él, una de las personas que parecía conocerla a la perfección en vista de todos, no notara esos pequeños detalles que veía todo el mundo, sus ojos rojos de tanto llorar y esa voz quebrada.
Ese pequeño ángel que vagaba solitaria por las calles de una pequeña ciudad, sus alas no resaltaban entre tanta gente, pero si te parabas a conocerla a fondo te dabas cuenta de que era alguien diferente al resto, alguien especial.

domingo, 4 de enero de 2015

Look at me

Las miradas los únicos túneles capaces de llegar al alma, a la verdad o mentira de uno mismo.
El brillo de tus ojos, los que muchos caracterizan como un reflejo producido por la luz, pero yo se que indican mas, algo tan simple no puede estar en una persona tan complicada. Cada acto que produces tiene detrás una explicación.
Nos encontrábamos solos en una habitación llena de gente. Pero a pesar de aquel cúmulo de personas, solo teníamos ojos para ambos.
Se veía estúpida la manera en la que ambos nos mirábamos y nos reíamos por cualquier cosa. El pique constante que hacia que me levantara y me fuera y que tu tiraras de mi hasta que yo quedaba encima tuyo, a pocos centímetros de poder rozar tus labios.  
Nos miraban, todas las personas de la habitación nos miraban, notaba sus miradas, parecía que ambos éramos la atracción principal de aquel lugar. Pero me daba igual, solo y únicamente tenía ojos para el y para contemplar como sus ojos se achinaban cuando sonreía mientras me miraba.
Había momentos en los que tenerle cerca me inquietaba, que sus extremidades rozaran con alguna parte de mi cuerpo mientras compartíamos algún cojín, sentir aquella presión en el estomago era reconfortante, pero me hacia sentir cierta inseguridad.
Y en uno de esos silencios cuando nadie sabia que decir, sentía la necesidad de juntar sus labios con los míos y romper aquella distancia de centímetros que a veces me parecía de kilómetros. Pero la valentía nunca llegaba en aquel momento, y el tiempo transcurría con velocidad. Al final cada uno nos íbamos por nuestro lado con la esperanza de que en algún momento, alguno se girara y se abalanzara contra el otro.