sábado, 10 de enero de 2015

A los que son grandes y se sienten pequeños

No podía ser posible
Que todo ese dolor estuviera encerrado en una sola persona.
Que la negaran su libertad cuando más la necesitara. Que no la cogieran de la mano cuando más necesitaba aferrarse a alguien.
Y todo a su alrededor dejaba de tener sentido, de perder el color si nadie nunca la acababa haciendo caso o fingiendo que la importaban cuando en realidad mentían. Y cuando uno mas necesita a alguien le suele fallar. Cuando necesitaba que la dijeran que la quería se cerraba en banda a pronunciar esas dos palabras, él, el único que le podía devolver la sonrisa en un día de tormenta.
Y parecía mentira que alguien como él, una de las personas que parecía conocerla a la perfección en vista de todos, no notara esos pequeños detalles que veía todo el mundo, sus ojos rojos de tanto llorar y esa voz quebrada.
Ese pequeño ángel que vagaba solitaria por las calles de una pequeña ciudad, sus alas no resaltaban entre tanta gente, pero si te parabas a conocerla a fondo te dabas cuenta de que era alguien diferente al resto, alguien especial.

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