lunes, 26 de diciembre de 2016

"Los pájaros nacidos en jaula creen que volar es una enfermedad."

Estoy sentada
Han pasado los días y recuerdo lo efímero que es el tiempo
Pero volamos juntos
Sin aún vestir de luto
Ya que todavía no ha llegado el fin
Y nuestros destinos se han dado la vuelta
En esa línea recta en la que a veces cruzamos en diagonal
Para volvernos a encontrar
Para beber de un mismo vaso
Que es inquebrantable
A menos que uno se atreva a tocarlo
Para convertirlo en polvo
Y estoy segura que si mirase a tus ojos detenidamente podría descifrar tu alma
A menos que tu parpadeo me apartase de esa mirada gélida que a veces oso fijar en tus pupilas
Pero hay escarcha en todo mi cuerpo
Y sigo congelada aunque la calefacción esté a veinte grados en una casa que no es mi hogar
Supongo que a veces el hielo no se derrite aplicándole calor
Sino instantes
De esos en los que te mueres por quedarte algo más
Por vivir ahí
En esa secuencia de miradas y fruncimientos de ceño
En esas risas en las que te mueres a carcajadas
Y resucitas con el sentido del tacto ajeno
Al final somos,
individualmente
Pájaros privados de su libertad
Que se atreven a volar unos instantes hasta alcanzar los barrotes de esa improvisada jaula
Sólo por la sensación de sentirnos libres
Sin serlo

sábado, 24 de diciembre de 2016

Las caras de la navidad

Navidad,
Ojalá poder ser ave migratoria que pudiera volar a la otra parte de la parte del planeta.
Divisar las dos caras de la moneda.
Monedas,
Dinero,
Navidad,
el periodo más consumista a mis ojos.
La compra de regalos irrelevantes para satisfacer necesidades inexistentes con las que crees que te demuestran algo de cariño,
o no,
quizás no sea por eso.
Navidad,
familia,
Como reunirte en una mesa con las personas que llamas familia aunque a veces actúas por cortesía. Sin nombrar temas políticos, de fútbol o religión para no armar disputa.
De algunos de los presentes no recuerdas ni sus nombres, y a veces la incomodidad puede presidir la mesa,
o no.
Son situaciones inexplicables, sentimientos inefables.
Veo luces que decoran un árbol al final del pasillo,
brillan,
centellean.
Escucho villancicos que en su mayoría nombran a un dios que no creo pero que sostiene la fe de mi abuela.
Perdón si este texto no aspira a lo que esperaban leer. Sólo es el pensamiento de alguien más que se consume en el tiempo, como tantos otros que ya lo hicieron.
Navidad,
pérdidas.
Te echo de menos a ti que sigues con vida y a los que se fueron, dejando no sólo un sitio vacío en el comedor sino también interno.
Ojalá recordar por siempre el tacto de tus manos sobre mis mejillas en tiempos de guerras internas.
A veces, la navidad, es ese periodo del año en el que mayores mentiras alcanzas a decir.
Que has sido bueno cuando no.
Que llamaste, cuando ni te atreviste a coger el teléfono.
Que les echaste de menos, cuando ni se te pasó por la cabeza pensar en ellas o ellos.
Es un periodo tan efímero, en ocasiones tan sumamente falso.
Pero viendo el otro lado de la moneda, la que nunca tendrá un valor monetario.
Y lo digo porque justamente en este periodo he visto el materialismo con mis ojos.
Doy gracias a la navidad por poder reunirme con los míos.
Por ver a mi abuela brindar entre lágrimas por estar sentados en esa conocida mesa otro año tachado en el calendario.
Siempre se me caerá una lágrima por verla así, la poseedora de la cara más tierna que mis ojos alcanzarán a ver jamás.
El verdadero regalo de esta época.
A mi abuelo, por no terminarse nunca las uvas al finalizar las campanadas y decirle que no hay prisa, el año avanza con o sin esas uvas. Calma, el tiempo pasa por si sólo. A veces demasiado rápido. Y qué bonito es ver su pelo del color nieve en una cabeza tan impredecible como es la suya.
Por estar unidos una vez más a pesar de todas las ideas revolucionarias que se me pasan por la cabeza.
Por quererme así radical, "perroflauta" o soñadora.
Por darme cuenta de quiénes son y cómo son ellos a mis ojos.
Las personas más importantes de mi vida.
Por ser esos familiares constantes, mi mayor regalo. Por el que estaré infinitamente agradecida. Que no se vende en ninguna tienda, ni es objeto reemplazable o material.
Son ellos, con los que puedo desnudar mi alma, compartir los días de subidas y bajadas. Pero sobretodo esos en los que no crees que nada te pueda salir bien.
Salir a la calle con mi tío a tirar petardos que hagan retumbar la calle y sentirme eufórica, no por el ruido sino por todos los problemas que pueda a llegar a tener una persona y ver como una sonrisa ilumina su cara.
La de todos ellos,
todos nosotros,
otro año más,
una navidad más.

martes, 13 de diciembre de 2016

00:04

En el océano de secretos en el que me hallo,
se han hundido muchos barcos,
me he sentido culpable de naufragios que nunca quise provocar
y me he ahogado innumerables veces antes de salir a flote.
En el espacio en el que vivo,
he visto a estrellas apagarse por falta de oxígeno
y a otras brillar
para luego desvanecerse de nuevo,
he flotado hasta volver a caer.
En el juego en el que he indagado,
he visto a jugadores apostando al mismo número
he visto pérdidas
y ganancias
siempre me limité a observar cada uno de sus movimientos
nunca fui buena jugadora.
En la locura en la que he acabado
he visto a cuerdos que creyeron tener cabeza
a ciegos que juraron poder ver
a personas hablar sin abrir la boca
En los cigarros que fumé,
he visto al humo desvanecerse,
a la ceniza desprenderse,
a una colilla pisoteada después de poseer unos labios.
En las veces que follé,
me vi declarada diosa.
En las letras en las que me he consumido,
he visto palabras sin sentido
y otras que me dejaron sin palabras,
encontré el “momentum” necesario para crear
aunque a veces la inspiración fuese nula.
Hay veces en las que vuelvo a empezar.


sábado, 3 de diciembre de 2016

"Te quiero libre es un pleonasmo."

Todo pasa en un instante, el presente a penas dura un par de milésimas de segundo.
Sucesos extraños de los que no tenías consciencia hasta que la famosa "ostia de realidad" te golpea en las narices.
Y ahora qué coño haces o cómo cojones actúas.
La sensación más inefable jamás descrita.
El grito con mayores decibelios se encuentra bajando a los infiernos.
Eres viaje pero no destino.
Eres fugaz pero no constante.
Y, en la barra del bar en la que te miro de reojo, veo a personas que se giran por verte sonreír.
Que se mueren por bajarte el pantalón.
Desean que seas su fiel acompañante en los domingos más lluviosos.
Su "musa", referente y toda fuente de inspiración cuando tengan ganas de crear.
Con quien hagan las locuras más inverosímiles a altas horas de la madrugada sin importar el día
y luego seas declarado y después condenado culpable de su falta de sueño.
Me arde la garganta,
mi vista lleva ya un tiempo nublada.
Salgo de allí.
Veo en la pared apoyado a un hombre fumándose un porro.
Yo, inhalo el cigarro que acabo de prender, mientras me dirijo al siguiente garito.
Sin buscar nada ni encontrarlo en una serendipia.
Ando por las calles oscuras.